¿Es adictivo el CHILE?

¿Es adictivo el CHILE?

Mis queridas comadres y compadres, he vuelto más picante que nunca. Estoy muy feliz porque en el lapso que llevo preparando mis salsas he llegado a muchísimos paladares y rincones de mi país. ¡Qué chingooón! Por cierto, le pedí a mi adorado Mirrey que me leyera algunos de sus mensajes y estoy sorprendido con todo el amor y apoyo que me han enviado; he decidido escribir estas líneas porque me he dado cuenta que, y lo siento pero era de esperarse, los mexicanos ¡SOMOS ADICTOS AL CHILE!
Te saluda el jefe de jefes, El Patrón de los Chiles; vamos a hablar un poquito acerca de esta insaciable emoción que los mexicanos atravesamos al sentarnos a comer y decir a medio bocado: “¿no tendrá algún chilito o salsa por ahí?”
Al chile pelón, a la larga te acostumbras. ¿Qué sienten ustedes al comer picante? Por ejemplo, cuando yo muerdo un chile o pruebo alguna de mis salsas, siento una innegable adrenalina que me paraliza en cada mordisco, mi corazón se acelera, salivo, transpiro, siento el famoso “ojo Remi” y vuelvo por un poquito más; el sentir cómo el picante inunda y hornea bocado a bocado mi paladar hace que cada chile sea una experiencia única. Sin mencionar, obviamente, la manera en la que nuestra variedad de chiles enaltece a nuestra gastronomía significativamente.
Nos enganchamos a los efectos secundarios, pero ¿por qué?. Resulta que después de esta experiencia religiosa y muy mexicana, el cuerpo libera endorfinas y dopamina, las cuales actúan como analgésico y sedante. ¡Demos un trago a nuestra espumosa cerveza o refresco y sigamos! A la par de cada bocado, la sensación picante disminuye haciéndonos sentir eufóricos y pidiendo más y más chile. ¡Masoquistas!
Esta sensación que nos provoca el comer picante, nos ha orillado a disfrutar naturalmente el miedo y la excitación producida por el chile; esto no es exclusivo de los alimentos, encontramos este emocionante sentir al subir a una montaña rusa, al saltar de un paracaídas o incluso, al ver películas de terror. Me gusta, pero me asusta.
Aunque no podemos decir que el chile es adictivo, es importante resaltar que sí actúa como punto G en nuestro cerebro, pues genera un placer natural y deseo por más y más chile. ¡Qué delicia!
Por cierto, últimamente posteo fotos de cómo combino mis salsas con platillos de rechupete. ¡Vayan a seguirme! @elpatrondeloschiles

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